No hace mucho una gran amiga que hacía tiempo que no veía, se quedó sorprendida de lo grande que estaba mi hijo. La última vez que lo vio era apenas un bebé. Eso me puso a pensar que en realidad aunque no nos damos cuenta porque convivimos con ellos, los niños crecen muy rápido. En cuestión de meses dejan de ser chiquitines para convertirse en niños con personalidad y carácter, en un simple parpadeo cambian rápidamente.
Como papás nos preocupamos muchísimo por el sano desarrollo de nuestros hijos e hijas. De hecho, desde que sabemos que lo esperamos, aparte de los consejos médicos, devoramos libros y guías para estimular el crecimiento y un desarrollo óptimo. Desde poner música clásica para que estimule su desarrollo cerebral, pasando por el móvil de la cuna, hasta masajes en las piernas para el desarrollo motriz. Sin embargo, muchas veces olvidamos que hay una parte de su cuerpecito que necesita cuidados y mimos, porque a la larga son los que le permitirán desplazarse seguro y tranquilo para descubrir ese nuevo mundo que le rodea: me refiero a sus piececitos.
En esta primera parte de su existencia con sus pies y piernas son muy importantes, son fundamentales para el movimiento de tu bebé. ¿Cómo se impulsa para empezar a dar sus primeros movimientos gateando? ¿Cómo se pondrá en pie y luego correrá feliz en los parques si no tiene una buena estructura anatómica? Es por eso que, atender y cuidar desde muy temprano esta parte de su cuerpo es vital para que su crecimiento sea completo.
Los usamos a diario, y a menudo los maltratamos sin darnos cuenta… Las mujeres incluso los torturamos poniéndonos esos tacones de altura imposible.
Los pies nos sostienen, nos dan el equilibrio, nos llevan y nos traen, y muchas veces los olvidamos y no damos el justo cuidado que merecen, y eso siendo adultos.
Ese descuido no podemos cometerlo con nuestros hijos, igual que nos preocupamos de que coma bien y sea correctamente estimulado, debemos cuidar de sus pies.
El pie de tu pequeño es un milagro físico y estructural
Desde que nacen los pies del bebé deben ser vigilados y cuidados con esmero. En los primeros meses es necesario mantener una vigilancia hacia cualquier señal de deformación o problema muscular/estructural, esto con el fin de ser corregido a tiempo y que a futuro no le cause mayores problemas. Normalmente, estas revisiones son periódicas cada vez que se le examina en la consulta del pediatra.
Cuando nacen los niños presentan los llamados reflejos involuntarios, como por ejemplo cuando ponemos un dedo en su diminuta palma, cierra ésta con fuerza o si pasas un dedo por la planta de sus pies flexiona los dedos. Estos son reflejos de prensión y desaparecen en el bebé conforme va creciendo.
Fases del crecimiento del pie del bebé
Durante los primeros 15 meses de vida de tu bebé sus pies crecerán una media de 3 mm cada 2 meses.
Al nacer, sus pies tienen una cubierta de grasa que les protege mientras el cuerpo va desarrollándose y madurando.
Al año aún no tienen una estructura definida, más bien es cartilaginosa por eso la recomendación de los especialistas en podología infantil de evitar poner zapatos y usar calzado respetuoso o calcetines antideslizantes cuando la situación lo requiera. Esto porque sus pies no están del todo formados y cualquier aprisionamiento indebido puede causarles una lesión de cara al futuro.
Cuando comienzan a gatear usa los muslos, rodillas y pies para impulsarse y desplazarse en su afán de reconocimiento del entorno. Obviamente las cifras no pueden ser exactas ya que todo dependerá del bebé y la estimulación que reciba el niño. Como ya he dicho antes cada bebé es único, y su desarrollo, a menos que tenga alguna patología detectada, será siempre en su momento, no cuando uno lo desee.
Cuando el niño ya comienza a levantarse, buscando estar vertical y dando sus primeros pasos, los pies cumplen la función de base para lograr el equilibrio. Al principio sus pasos serán inseguros, torpes incluso, normales para un niño que con el tiempo irá fortaleciendo poco a apoco su sistema locomotor.
Como hemos comentado anteriormente, el ritmo de crecimiento es rápido en los primeros 15 meses de vida, de 3 milímetros cada dos o tres meses aproximadamente. Entre su primer año hasta los tres años este crecimiento va siendo más lento a medida que los huesos terminan de soldar y fortalecerse, por lo que el aumento en la talla de calzado va variando de número más rápido al principio, pero luego se va ralentizando.
Recuerda que lo ideal es adquirir el calzado apropiado según la edad y si es calzado respetuoso, ¡mucho mejor!
Cuando rondan los seis a diez años la talla pasa a cambiar ya por año, y nuevamente este crecimiento se acelera desde los diez hasta los 18 años, más o menos y esto variará según sea niño o niña, porque el desarrollo no es el mismo.
Estimular desde edades tempranas, realizar seguimientos constantes, dejar que su desarrollo se dé poco a poco sin forzar y sobre todo respetar este proceso es lo mejor que podemos hacer para ayudar a nuestro niño a crecer saludablemente. La salud de sus pies debe ser nuestra prioridad sin descuidar otros aspectos de su cuerpo, pero siempre teniendo un especial cuidado con ellos, sobre todo a la hora de escoger el calzado adecuado y que sea más conveniente en cada etapa del crecimiento.
Como padres debemos maravillarnos de la increíble forma cómo se expanden las habilidades de nuestros hijos, cómo cada día van fortaleciéndose, haciéndose más confiados y seguros, curiosos y aventureros, cómo ese cambio gradual pero constante nos va mostrando a la persona especial en la que se va convirtiendo, teniendo cuidado siempre de apoyarlo e impulsarlo en su crecimiento, ayudarlos en el fantástico viaje que es crecer y convertirse en seres humanos felices y completos.